De formación autodidacta, Ferran Freixa llegó a la fotografía a través del diseño y se convirtió en un maestro de las luces y las sombras que sobresalió en las representaciones arquitectónicas, de los objetos y los lugares más cotidianos con composiciones precisas, elegantes y equilibradas.

Esta cuidada selección de fotografías tomadas en dos viajes que el fotógrafo hizo a Marruecos en 1987 y 1992 quiere ser un homenaje a una de las figuras más importantes de la generación catalana de fotógrafos de los años setenta y contribuir a la difusión y al conocimiento de su obra.

Las copias de época escogidas para la exposición muestran la voluntad documental y la espontaneidad de alguien que observa un lugar y una cultura por primera vez.